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MANTENER VIVA LA PALABRA DE BUDDHA

Han pasado más de dos mil quinientos años desde la muerte del Buddha Gotama. Sin embargo hoy en día aún se conserva su discurso original. Esto ha sido logrado a través de un inmenso trabajo con mucho empeño en no desvirtuarlo y conservarlo tal y cómo lo hemos ido recibiendo, generación tras generación. Este proceso empieza desde los últimos momentos de vida del Buddha.

Poco antes de su muerte, el Buddha se dirige a su discípulo más cercano, Ānanda, y le dice que no debe pensar que ya no tendrá Maestro. El Dhamma (sus enseñanzas) y el Vinaya (las reglas monásticas) serán el Maestro cuando él ya no esté. Con esta frase le estaba indicando que sus enseñanzas podían ser seguidas para la emancipación de los que quisieran alcanzarla.

“Tres meses después de su muerte (543 AC), en Rājagaha (actualmente Rajgir, India) sus quinientos discípulos inmediatos, liderados por el Venerable Mahakassapa, celebraron el Primer Concilio Budista (Paṭhamā Saṅgīti), donde recordaron todos los suttas (discursos) dando por bueno los recitados por los monjes Ānanda (Sutta-Pitaka, canasta de los discursos) y Upāli (Vinaya-Pitaka, canasta de la disciplina monástica). El registro de la Palabra del Buddha (Buddha-vacana) en el Primer Concilio Budista es el
origen del Cannon Pali (que se recoge en el Tipitaka, las tres canastas: Vinaya-Pitaka, Sutta-Pitaka, y Abhidhamma-Pitaka). El Canon Pali se transmite oralmente de generación en generación durante aproximadamente cinco siglos.”1

“Finalmente, el Canon Pali se escribe por primera vez en hojas de palma en alfabeto pali cingalés en el año 94 AEC en Aluvihāra, Sri Lanka y se conserva de este modo durante muchos siglos. Con el tiempo terminan surgiendo diferentes ediciones en distintos alfabetos como birmano, tailandés, romano, laosiano, etc., intentando reflejar de forma exacta cada palabra de la lengua original a esos alfabetos y así a finales del siglo XIX comienzan a aparecer las primeras ediciones impresas del Canon Pali.”1

“La tradición Theravada sobre todo a través de las órdenes monásticas ha invertido un esfuerzo considerable por preservar la enseñanza en su lengua original, a la vez que también han existido esfuerzos significativos por traducirla a otras lenguas. El esfuerzo no solo se enfocó en la preservación de la palabra de Buddha tal y como la expresó sino también a su traducción a otras lenguas haciéndola más accesible al mundo. Primero se van realizando traducciones a las lenguas de los países donde el budismo Theravada se estableció, como Sri Lanka, Tailandia, Myanmar, Camboya, Laos, y después, con el paso del tiempo, a otras lenguas como el inglés, francés, español, etc.”1

Enseñar el Dhamma y por lo tanto la práctica de la meditación Samatha-Vipassanā supone una enorme responsabilidad en ser lo más fieles posible a los discursos de Buddha y no tratar de dar nuestra versión falsificando la original convirtiendo el “Dhamma” en “no Dhamma”. Esta responsabilidad como divulgadores del Dhamma y no como creadores del mismo tiene que estar a la altura de los tremendos esfuerzos realizados por muchas comunidades de monjes, muchos maestros y discípulos que se luego a su vez se convirtieron en mensajeros de las Verdades últimas del Buddha Gotama, todos comprometidos en preservar el mensaje con autenticidad.

A esto hay que sumarle los inmensos esfuerzos por traducir todo ese legado del Buddha fielmente por personas con unas gran dedicación, sacrificio y generosidad. Cada uno de los que hoy nos dedicamos a difundir el Dhamma y la práctica de la meditación Samatha-Vipassanā, somos depositarios y divulgadores de un valiosísimo tesoro que puede significar la libertad inconmensurable de muchas personas y por
tanto esta labor debe ser llevada a cabo con la máxima responsabilidad, honestidad y generosidad acompañada de toda nuestra sabiduría para el provecho de la humanidad.

Bibliografía

  1. Nandisena, Venerable Bikkhu. Canon Pali. buddhispano.net. México : s.n.
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